miércoles, 1 de junio de 2016

Antonio González Caballero (Una biografía mínima)


Antonio González Caballero


Primero pintor y después dramaturgo, vive siempre inmerso en su época y en su lugar de trabajo, toda su vida la pasó en su país natal, México, y la mayor parte (alrededor de 70 años) en el Distrito Federal. Huérfano, nació en 1927 en San Luis Potosí (posiblemente de una familia de origen judío), siendo adoptado a los 9 años de edad por un matrimonio de Silao, Guanajuato, donde pasó parte de su infancia y pubertad. A mediados de los años 30 la familia González Caballero se desplaza hacia la ciudad de México y habita un departamento en un edificio de la calle Pino Suárez, en el no. 36, en pleno Centro Histórico del Distrito Federal.

Entrada al edificio de Pino Suárez 36 (2005)



Desde muy pequeño Antonio da pie para reconocer en él aptitudes artísticas, especialmente hacia el dibujo y la literatura; antes de los 15 años, según sus propios recuentos, lee todos los textos clásicos que le son accesibles y crea historietas que imitaban aquellas que veía en los periódicos de la época. Estudia en el instituto Cristóbal Colón y decide terminar una pequeña carrera técnica después de los primeros años de la secundaria. Sus padres vuelven a Silao mientras él permanece viviendo en el departamento de Pino Suárez 36.

Mirada hacia la ventana del cuarto de A. González Caballero (2005)

Sus estudios dentro de la pintura se inician en una escuela de diseño publicitario y su trabajo, como el de todo artista en ciernes, en la búsqueda de ventas y exposiciones de su obra, logrando hacerlo en poco tiempo tanto en México como en Estados Unidos y Suiza, y sus pinturas formando parte de la galerías privadas de decenas de familias apoderadas mexicanas. Dirige una escuela de dibujo artístico, creándole a la misma un método de enseñanza partido de los libros pedagógicos de Paul Klee y Vasili Kandinski.


A. González Caballero junto al mural de su autoría en el comedor de su casa (Foto de Liz Valadés. Circa 1995)


Según sus palabras "poseedor de una personalidad autodestructiva" Antonio practica y se hace guía de La Ciencia de la Física Mental que trae a México en los años 40 el maestro Pedro Espinoza de los Monteros: un método basado en respiraciones y meditaciones de origen chino-tibetano creado por el ingeniero inglés Edwin John Dingle durante su estancia en China a principio del siglo XX. Esta filosofía no solo será importante para su vida personal sino que tendrá un lugar fundamental en las bases de lo que después se conocerá como el Método e actuación de Antonio González Caballero.

Portada del libro de La Ciencia de la Física Mental perteneciente a A. González Caballero


El repentino éxito de su primera obra teatral en 1961, Señoritas a Disgusto, cambió totalmente su vida artística (aunque nunca dejó la pintura), convirtiéndose de la noche a la mañana en un dramaturgo de primer orden. En menos de 10 años recibe los más importantes premios de crítica y sus textos son escenificados, televisados y filmados. El teatro envuelve cada vez más su vida y su trabajo hasta el grado de verse obligado, en 1969, a dar clases a actores en materias fuera de la dramaturgia, como actuación y expresión verbal, en la Academia Andrés Soler de la A.N.D.A. Ahí, según sus propias palabras, toma conciencia de las tremendas carencias en la pedagogía teatral de aquella época en México y decide conjuntar un grupo de alumnos en un taller que explorase los medios que tiene el actor para su desenvolvimiento en la escena. El taller exploratorio se mantiene activo hasta el final de su vida.

Después de una gran revisión, exploración y análisis de todo el arte teatral moderno de occidente, influencia primordial en la manera de actuar y ver el teatro en el México de aquella época, reconoce haber encontrado una serie de apoyos que, como la palabra lo indica, apoyan al actor en su proceso de creación de un personaje y así mismo a un reconocimiento de todos los estilos de actuación del teatro occidental de la modernidad: naturalismo, realismo, supernaturalismo y superrealismo. El trabajo de Antonio González Caballero en el campo de la actuación logra un sueño de muchos teatristas de México, el uso y la práctica de una técnica de actuación creada por y para el actor mexicano. Naturaleza e imaginación a partir del impulso interior, son los elementos básicos de ésta técnica de actuación.

Portada del libro del Método de actuación (Autor Gustavo Thomas © 2012)


González Caballero no estudió nunca en una escuela de teatro, ni tuvo un maestro que le enseñara concretamente a escribir teatro, a dirigir o a dar clases de actuación, sin embargo, la visión romántica del autodidacta es insostenible en él; su formación intelectual proviene de diferentes lugares, muy concretos: una visión del mundo que es el resultado de la decepción sufrida con la religión católica y su inmersión posterior en estudios de filosofía prehispánica y tibetana (al iniciar la exploración en su taller de actuación tendría aproximadamente 20 años de práctica en la llamada Ciencia de la Física Mental con el maestro Espinoza de los Monteros); sus conocimientos científicos sobre el interior humano se basan principalmente en las obras de investigación psicológica del siglo XX, primordialmente C. G. Jung y sus seguidores; sus conceptos artísticos son complementados con el arte griego clásico y la obra de William Shakespeare, interviniendo además fuertes influencias literarias que se aprecian sobre todo en su obra dramatúrgica, Las mil y una noches, Rabelais, Quevedo, Lewis Carroll, Flaubert, Chéjov, Strindberg y Kafka. La continua revisión de textos de la obra pedagógica de Stanislavski y Grotowski, además de una capacidad de observación privilegiada reúnen un acervo interior no basado sólo en la experiencia personal. Si habláramos de maestros de González Caballero, ellos serían todos los nombrados anteriormente.

Antonio González Caballero muere de un problema cardiaco a los 76 años, en mayo de 2003, en el mismo Centro Histórico de la Ciudad de México donde vivió la mayor parte de su vida. Nunca dejó ni de pintar, ni de escribir ni de explorar su método sino hasta el último día de su vida. No tuvo hijos, sólo alumnos, unos cuantos discípulos, y muchos amigos. Dejó una gran obra dramática y literaria (poesía, cuento y novela), miles de dibujos y pinturas, un método completo de creación de personaje, un método de manejo de la voz y varios pequeños métodos de actuación de estilo. Tras toda esa obra nos queda un pasmoso desconocimiento de su valor real dentro del arte de México y del arte universal; trabajo que nos es obligado estudiar, difundir, disfrutar y aplicar.


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 El libro del método de actuación de Antonio González Caballero está a la venta solamente a través de Internet, y en dos sitios: Amazon.com: http://www.amazon.com/Actuación-Antonio-González-Caballero-Spanish/dp/1466261919 CreateSpace: https://www.createspace.com/3677417 

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Texto, fotografías y vídeos en este Blog son propiedad del autor, excepto cuando se aclare otra autoría. Todos los derechos son reservados por el autor de este Blog. Si existe algún interés en usar textos, fotografías o vídeos propiedad del autor, sea uso comercial o no, es necesario hacer una petición por escrito y dirigirla por correo electrónico a Gustavo Thomas a gustavothomasteatro@gmail.com.


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viernes, 13 de mayo de 2016

Duocronía (Función de Butoh en La Capilla)




Vi en La Capilla "Duocronía", un trabajo de Butoh de la compañía mexicana Teatro Prieto, dirigida por Coco Villarreal, en lo que parece fue su última función.
La experiencia como espectador es aquella que yo personalmente busco en un trabajo de Butoh, hundirme en un espacio de tiempo y lugar únicos, una transportación inmediata frente el trabajo de los butohkas, atracción total hacia la escena y vivir junto a ellos lo presente.
La pieza pareciera partida en dos momentos/historias inconexas, pero al aceptarse la convención, al asumirla, los espectadores la disfrutamos sin más preguntas.
Aún cuando vemos a cuatro butohkas en escena, Duocronía evidentemente se sustenta en el performance de Coco Villarreal y de Valeria Monforte, con una enorme presencia física de Coco, y una tensión emotivo imaginativa interna de Valeria verdaderamente remarcable. Su línea directa del interior al exterior (su cuerpo en movimiento) es tan clara que somos transportados por la apariencia de su tensión ocular con una gran inmediatez, y sin pensarlo recordé los trabajos de aquellas enormes butohkas del Butoh japonés de los años 70s influenciadas por Hijikata mismo.
La exposición de las habilidades físicas y vocales de Coco ,-un cuerpo fuerte, ágil y bien entrenado para el teatro físico, y una voz educada operísticamente-, en mi personal punto de vista, más estorban que aportan a su gran presencia escénica como butohka. Me hubiera gustado seguir viendo más clara su línea interior performativa que la exposición exterior de esas habilidades -que, por otro lado y evidentemente, tienen una razón creativa de estar-. Su transformación final hacia una completa forma femenina vieja es muy interesante, envejecemos con ella a su paso lento, pero su canto bien podía haber sido el de ese mismo personaje dolido y decrépito en vez de aquél de un hombre joven y con voz bien educada.
Me alegra ver también un Butoh mexicano más libre de la forma dancística occidental y con juegos coreográficos más propios, digo yo, de lo que podríamos llamar el Butoh de los años 70s, sumada a la teatralidad del juego transformativo de Coco.
Aunque entiendo que no era un premisa del montaje, me extrañó un poco leer una cita de Kazuo Ohno en el programa. No creo haber visto en escena la tradición performativa de Kazuo Ohno, aunque sí uno de los objetivos de ese primer Butoh de la caótica teoría personal de Hijikata, el momento infinito del cuerpo que se vuelve algo inmaterial.
Duocronía no es un Butoh del cuerpo muerto, es un Butoh de cuerpos vivos y en crisis, de cuerpos que se transforman y que son comprometidos por su vida misma, tal vez apabullados completamente por ella.


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